“Yo siempre tuve muy en claro qué era lo que quería hacer”, se presenta a sí mismo con una seguridad que no suena para nada pedante, Nicolás Lino, co-fundador de TradeSpark junto a Juan Ignacio Bais. “Desde chico me gustaron las compus y los sistemas. Siempre fui muy apasionado por todo esto”, completa su frase, y uno se lo imagina rodeado de cables y pantallas y feliz.
“En casa, siendo chico, armé y desarmé una compu; la programé. Jugaba con todo eso; jugaba y me divertía siempre con las computadoras. Pasé por todas las etapas: era el que arreglaba la compu en casa, pero también era el que la rompía”, rememora hoy, entre risas, su pasado en Santa Rosa, La Pampa, lugar que lo vio nacer hace casi 30 años.
Empezó a programar a sus 15, y a los 18, ya se dedicaba a arreglar computadoras en su ciudad natal. Hasta que se vino a Buenos Aires a estudiar la Licenciatura en Ciencias de la Computación en la UBA, aunque abandonaría muy pronto la carrera universitaria. “Nunca me sentí cómodo en el ambiente del estudio formal. Me armé mi propio camino, totalmente solo, en lo relativo a la educación”, señala.
Nicolás Lino es el típico entusiasta que se deja llevar por lo que le indica su pulsión por aprender, y sobre todo, por crear algo nuevo. De hecho, antes de fundar TradeSpark y de conocerse con Juan Ignacio, su historia laboral está llena de experiencias breves a nivel tiempo, pero fascinantes a nivel contenido.
Instalado en la Ciudad de Buenos Aires, en 2011 empezó a trabajar en una empresa que daba servicios de Internet, donde administró los servidores de la compañía. “Fue todo un salto para mí, que venía de hacer changas en Santa Rosa arreglando computadoras. Los primeros meses me costó, pero al poco tiempo había aprendido todo lo que tenía que aprender”, relata.
Sin embargo, después de un año renunció, al ver que ya “no tenía nada nuevo para hacer”, y entró a trabajar a Telefónica, donde se ocupó del sistema de monitoreo de toda la red de Internet. Pero a los 6 meses recibió “una oferta muy buena” para ingresar al mundo de los juegos en línea en Grupo Clarín. A través de ese proyecto, participó, además, en el diseño y la implementación desde cero de la red social del juego.
“Fue un trabajo muy interesante –cuenta, y uno puede ver de forma clara cómo fue construyendo ese costado autodidacta, saltando de desafío en desafío-. Teníamos que mantener funcionando una plataforma que tenía días con 80 mil chicos jugando y conectados al mismo tiempo”.
El proyecto en cuestión duró poco más de un año, y de ese trabajo Nicolás pasó a Intraway, para mejorar la infraestructura de la empresa, que tenía muchas áreas de desarrollo de software. “Llegué para buscar la manera de optimizar todo eso. Fue un proyecto excelente, pero la compañía perdió a uno de sus clientes más importantes y lo tuvo que cancelar”, se lamenta.




Su llegada al mundo de los mercados
De Intraway Lino pasó a Grupo Rofex, lugar al que ingresó para intentar lograr una mejor interacción en el desarrollo de la plataforma de negociación. “En ese momento, instalar una plataforma de Rofex llevaba alrededor de 7 horas. Uno de mis primeros hitos ahí fue lograr que se haga en 10 minutos y con un solo botón”, se enorgullece.
“Siempre fui un tipo muy curioso, muy metido; siempre me interesó todo. Y en Rofex tuve que entender cómo funcionaba el mercado, porque sino, no tenía sentido mi trabajo”, admite ahora, años después.
Fue de esa forma como aprendió “muchísimo” sobre el mercado de capitales. “En Rofex terminé haciendo de todo. Pero lo que más me gusta de mi paso por esa compañía –reflexiona- es que realmente me dejaron ser. Fue una gran empresa, y yo soy alguien que se aburre rápido y busca cosas nuevas: cambiar, aprender; tener desafíos: no puedo hacer durante mucho tiempo lo mismo, y Rofex me lo permitió”.
Fue ahí, trabajando para el mercado local de futuros y opciones, donde conoció a Juan Ignacio Bais, con quién fundaría más adelante TradeSpark. “Cuando Juan se pasó a mi equipo, se sentó atrás mío. Nos empezamos a llevar bien, a charlar mucho; empezaron a surgir ideas y nos dimos cuenta que teníamos ganas de hacer algo propio”, dice.
Según Lino, los dos tienen en común que son muy técnicos, del ámbito de la ingeniería, “pero los dos contábamos con la fortaleza de conocer bien al mercado de capitales. Y un día, sentados en las escaleras de Rofex, dijimos: ya está, tenemos que hacer algo, y va a ser trading algorítmico”.
En ese momento, el Nicolás puro entusiasmo se puso a buscar no solo todos los frameworks sobre algotrading, sino que se puso a pensar en el diseño de la aplicación. Y según sus propias palabras, después de insistirle bastante, logró “que Juan arranque a programar”, se ríe. Se nota que se hicieron muy amigos: hay confianza suficiente para bromear sobre la forma de ser del otro.
El nacimiento de ArQuants, el producto insignia
Cuenta Nicolás que lo que querían hacer era crear una aplicación que ejecutara algoritmos, que querían armar una biblioteca propia de algoritmos. Hasta que un día, él dijo: “El producto es una web que te permita ejecutar algoritmos, con lo que pasamos de pensar en dos algoritmos a pensar en dar una solución para ejecutar algoritmos”.
Se sentaron a “escribir código, y salió la aplicación más fea de la historia, la web más horrible del planeta, aunque era casi funcional”, relata, otra vez entre risas. Eso lo hicieron en unos seis meses, pero pudieron tener así su primer demo y validar que ese producto era lo que el mercado necesitaba. Contrataron entonces a un equipo de diseño, y sacaron la primera versión beta de ArQuants, que comercializaron a mediados de 2018.
“Con Juan somos los dos muy técnicos y tenemos background de mercado, y supimos empezar a generar valor. Pero hay más cosas en las que somos distintos. Y fue eso lo que nos llevó a generar mucho de lo que logramos”, se sincera Nicolás.
Uno “tiene que sentir que controla toda la situación todo el tiempo”; el otro, por el contrario, es “muy arriesgado y es capaz de asumir cualquier consecuencia de las decisiones” que va tomando. “Creo que en las decisiones que fuimos tomando, fuimos encontrando un balance. Creo que fue ahí donde encontramos una sinergia de trabajo muy interesante”, termina de argumentar Lino.
En suma, con ArQuants “hicimos todo al revés –vuelve a reflexionar mientras sonríe-: no es que tuvimos un objetivo y por eso creamos la plataforma. Cuando uno lee sobre startups, lo primero que se dice es: buscate una idea, validá el mercado, armá el plan de negocio, y por último, hacé un MVP y probalo en el mercado. Nosotros vimos un posible mercado, sabíamos del tema y nos pusimos a diseñar la aplicación”.
Al manejar tecnología, un recurso que para la mayoría de las startups es caro, Bais y Lino construyeron la aplicación completa. “Cuando arrancamos, la idea fue, hagamos algo y veamos qué pasa, y eso le dio mucha magia al comienzo”, se entusiasma, y aclara que “ArQuants es super orgánico, porque la dea fue creándose a medida que iba pasando el tiempo e íbamos validando el mercado”.
Desde el punto de vista de Nicolás, el futuro de TradeSpark es “bastante incierto: tenemos un desafío muy grande por adelante. Estamos creando el producto y el cliente, y por lo tanto, es un mercado virgen, un océano azul, y eso es lo más difícil de todo”.
Sin embargo, se nota muy bien que ese desafío es el que más le gusta: “hay que crear el rumbo a medida que se va generando conocimiento, y entonces se pone muy interesante”, dispara. Lo que hacen en su compañía es “atacar y encaminar todas las verticales del trading algorítmico”, desde la educación, la generación de ideas de trading y el desarrollo de la plataforma.
Lino es una usina de ideas, y le interesa ponerlas en movimiento. Con TradeSpark University pretenden formar a analistas quants en el futuro; y con ArQuants Services crearon un sistema de acompañamiento para las empresas que quieran utilizar trading algorítmico. Su sueño del momento es “hacer un negocio 360 e involucrar a los diferentes actores del trading algorítmico”.
En síntesis, hacia adelante, ve a TradeSpark como “una empresa que puede crecer muchísimo; se viene algo grande”, remata, con todo su optimismo. Y hace hincapié en lo que cree que lograrán con ArQuants: imponer en América Latina lo que ya es presente en Estados Unidos y Europa, donde el trading algorítmico representa el 70% y el 50% de las operaciones, respectivamente.
